Bullit (1968)


Direccion: Peter Yates
Intérpretes: Steve McQueen, Robert Vaughn.
Sinopsis: Un miembro de la mafia, dispuesto a colaborar con la justicia, es asesinado mientras es protegido por la policía antes del juicio en el que iba a testificar.
Resumen: Chalmers, un fiscal con aspiraciones políticas (Robert Vaughn), es responsable de un proceso judicial que supondría un duro golpe al crimen organizado y a su vez su trampolín político. Para ello cuenta con Johnny Ross, un ex miembro de la Mafia persegido por dicha organización, y que por lo tanto hay que proteger en San Francisco hasta que testifique ante el tribunal, misión encomendada al teniente de policía Bullit (Steve McQueen).
La situación da un giro de 180º cuando Ross sufre un atentado durante su custodia policial, ya que convierte a Bullit en el perfecto cabeza de turco para salvaguardar la reputación de Chalmers, quien no está dispuesto a renunciar a su carrera política. Con ello, Bullit se embarca en una huida al borde de la ley para resolver un rompecabezas en el que, si no se resuelve a tiempo, será él el sacrificado ante el altar de la opinión pública.
Crítica: Con una tranquila pero precisa puesta en escena, se inicia una cuenta atrás iniciada con el atentado a Ross. A partir de aquí la intriga marca un ritmo cada vez más acelerado en busca de la solución, la cual se ve interrumpida por dos factores que terminan de definir la película con mayor o menor acierto: los problemas personales de Bullit (que si bien son prescindibles para la trama, supone un respiro en la película), y las pequeñas y bien dosificadas joyas de acción inherentes a cualquier película policiaca. Respecto a este último apunte (si bien su escasez pueden defraudar a los amantes de la acción), es destacable una escena ya típica de cualquier película de este estilo que se desarrolle en San Francisco (y de la cual me atrevería a decir que es padre): la persecución de coches.
Todo esto nos da una película aparentemente simple pero emocionante en todo momento, en la que la cabeza prima sobre las balas, y en la que es de agradecer su credibilidad. Como guinda, adrezado con una genial banda sonora suave mezcla de rock y jazz (a cargo de Lalo Schifrin) que supone otro agarre más entre la película y espectador.
Casi dos horas de película que suponen un entrenimiento delicioso para un espectador con ganas de acción que quiera conservar sus neuronas.
SEGUNDA CRÍTICA:
"Barry Lyndon" (1975)

Director: Stanley Kubrick
Intérpretes: Ryan O'Neal, Marisa Berenson, Patrick Magee.
Sinopsis:
Redmond Barry es un joven huérfano irlandés que, impulsado por su romanticismo, se bate en duelo con un oficial inglés. Como resultado, Redmond Barry debe emprender un viaje hacia Dublín, donde puede encontrar el anonimato que le proteja temporalmente.
Resumen:
Redmond Barry (Ryan O'Neal) es un joven huérfano irlandés que vive con su madre bajo la protección de su tío. Parece una persona destinada a llevar una vida mundana hasta que un duelo con un oficial inglés le obliga a abandonar temporalmente su hogar mientras no se olvide el incidente.
A partir de aquí empieza la apasionante (que no por ello ejemplar) historia de Redmond Barry, quien a través de sus viajes a traves de diferentes conflictos y oficios (soldado, espía, ayudante de cámara, jugador profesional,...) se muestra en primer plano la evolución en valores y ambiciones de un joven romántico a un hombre sediento de gloria y reconocimiento, y, en segundo plano, un realista retrato alejado de los inertes libros de texto acerca de la vida europea en el siglo XVIII (una época dónde el honor es prácticamente la ley, pero bajo la que se esconde un mundo de simple reputación y apariencias).
La historia personal de Redmond Barry culmina con su ingreso en la alta sociedad inglesa al casarse con Lady Lyndon (Marisa Berenson), pero consciente de que su pertenencia a la aristocracia es un reflejo de su vida como eterno segundón y títere de intereses ajenos, comienza su declive provocado por una ambición obsesiva.
Crítica:
Kubrick dirige está película con enorme precisón en forma y fondos. En forma, porque cuida hasta el más minimo detalle visual y auditivo: visualmente resulta impactante el realismo de decorados, peluquería y vestuario que, acompañados por unos planos e iluminación excepcionales, hacen sentir que has retrocedido en el tiempo para ser testigo de excepción en la Guerra de los 7 Años y décadas posteriores desde las batallas en exteriores hasta las escenas palaciegas en oscuros en interiores (visualmente impactante la escena del cortejo fúnebre); los detalles en la forma de esta película afectan a nuestros oídos presentados en dos puntos que, si bien cada uno puede resultar repetitivo o empalagoso dependiendo del gusto del espectador, no implica que sean un lastre en la calidad de la cinta (todo lo contrario): el guión (cuyo lenguaje barroco y diálogos cargados de sentimientos vuelven a imbuir al espectador en pleno siglo XVIII) y la banda sonora (un escaso reparto de canciones tradicionales europeas y renombradas piezas clasicas, pero cuya interpretación adaptada a cada momento hacen olvidarnos de la escasez del repertorio para impregnarnos con unos sentimientos acordes a cada escena).
En cuestión de fondo (o mensaje, si así se prefiere) no hay mucho que decir pues no pretende moralizar en ningún aspecto, solo mostrarnos la historia de un hombre que parecía condenado al olvido entre las masas pero que gracias a una combinación de azar, valentía, y astucia, convierte su vida (con unos aciertos y errores que le perseguirán durante toda su vida, tanto ascenso como caída) en una historia digna de contar, ya que muestra facciones inherentes al ser humano (que pudiera ser trasladado a cualquier época).
Tres horas de metraje a ritmo casi constante (que si bien no invoca aburrimiento, no es apta para ánimos impacientes) en la que se distinguen a la perfección las pequeñas y grandes historias que componen la vida y muerte del personaje, donde el silencio es tan importante como el ruido, y la charla es tan importante como el inaudible susurro.
GANADOR DE LA PELÍCULA: The filth and the fury
Intérpretes: Steve McQueen, Robert Vaughn.
Sinopsis: Un miembro de la mafia, dispuesto a colaborar con la justicia, es asesinado mientras es protegido por la policía antes del juicio en el que iba a testificar.
Resumen: Chalmers, un fiscal con aspiraciones políticas (Robert Vaughn), es responsable de un proceso judicial que supondría un duro golpe al crimen organizado y a su vez su trampolín político. Para ello cuenta con Johnny Ross, un ex miembro de la Mafia persegido por dicha organización, y que por lo tanto hay que proteger en San Francisco hasta que testifique ante el tribunal, misión encomendada al teniente de policía Bullit (Steve McQueen).
La situación da un giro de 180º cuando Ross sufre un atentado durante su custodia policial, ya que convierte a Bullit en el perfecto cabeza de turco para salvaguardar la reputación de Chalmers, quien no está dispuesto a renunciar a su carrera política. Con ello, Bullit se embarca en una huida al borde de la ley para resolver un rompecabezas en el que, si no se resuelve a tiempo, será él el sacrificado ante el altar de la opinión pública.
Crítica: Con una tranquila pero precisa puesta en escena, se inicia una cuenta atrás iniciada con el atentado a Ross. A partir de aquí la intriga marca un ritmo cada vez más acelerado en busca de la solución, la cual se ve interrumpida por dos factores que terminan de definir la película con mayor o menor acierto: los problemas personales de Bullit (que si bien son prescindibles para la trama, supone un respiro en la película), y las pequeñas y bien dosificadas joyas de acción inherentes a cualquier película policiaca. Respecto a este último apunte (si bien su escasez pueden defraudar a los amantes de la acción), es destacable una escena ya típica de cualquier película de este estilo que se desarrolle en San Francisco (y de la cual me atrevería a decir que es padre): la persecución de coches.
Todo esto nos da una película aparentemente simple pero emocionante en todo momento, en la que la cabeza prima sobre las balas, y en la que es de agradecer su credibilidad. Como guinda, adrezado con una genial banda sonora suave mezcla de rock y jazz (a cargo de Lalo Schifrin) que supone otro agarre más entre la película y espectador.
Casi dos horas de película que suponen un entrenimiento delicioso para un espectador con ganas de acción que quiera conservar sus neuronas.
SEGUNDA CRÍTICA:
"Barry Lyndon" (1975)

Director: Stanley Kubrick
Intérpretes: Ryan O'Neal, Marisa Berenson, Patrick Magee.
Sinopsis:
Redmond Barry es un joven huérfano irlandés que, impulsado por su romanticismo, se bate en duelo con un oficial inglés. Como resultado, Redmond Barry debe emprender un viaje hacia Dublín, donde puede encontrar el anonimato que le proteja temporalmente.
Resumen:
Redmond Barry (Ryan O'Neal) es un joven huérfano irlandés que vive con su madre bajo la protección de su tío. Parece una persona destinada a llevar una vida mundana hasta que un duelo con un oficial inglés le obliga a abandonar temporalmente su hogar mientras no se olvide el incidente.
A partir de aquí empieza la apasionante (que no por ello ejemplar) historia de Redmond Barry, quien a través de sus viajes a traves de diferentes conflictos y oficios (soldado, espía, ayudante de cámara, jugador profesional,...) se muestra en primer plano la evolución en valores y ambiciones de un joven romántico a un hombre sediento de gloria y reconocimiento, y, en segundo plano, un realista retrato alejado de los inertes libros de texto acerca de la vida europea en el siglo XVIII (una época dónde el honor es prácticamente la ley, pero bajo la que se esconde un mundo de simple reputación y apariencias).
La historia personal de Redmond Barry culmina con su ingreso en la alta sociedad inglesa al casarse con Lady Lyndon (Marisa Berenson), pero consciente de que su pertenencia a la aristocracia es un reflejo de su vida como eterno segundón y títere de intereses ajenos, comienza su declive provocado por una ambición obsesiva.
Crítica:
Kubrick dirige está película con enorme precisón en forma y fondos. En forma, porque cuida hasta el más minimo detalle visual y auditivo: visualmente resulta impactante el realismo de decorados, peluquería y vestuario que, acompañados por unos planos e iluminación excepcionales, hacen sentir que has retrocedido en el tiempo para ser testigo de excepción en la Guerra de los 7 Años y décadas posteriores desde las batallas en exteriores hasta las escenas palaciegas en oscuros en interiores (visualmente impactante la escena del cortejo fúnebre); los detalles en la forma de esta película afectan a nuestros oídos presentados en dos puntos que, si bien cada uno puede resultar repetitivo o empalagoso dependiendo del gusto del espectador, no implica que sean un lastre en la calidad de la cinta (todo lo contrario): el guión (cuyo lenguaje barroco y diálogos cargados de sentimientos vuelven a imbuir al espectador en pleno siglo XVIII) y la banda sonora (un escaso reparto de canciones tradicionales europeas y renombradas piezas clasicas, pero cuya interpretación adaptada a cada momento hacen olvidarnos de la escasez del repertorio para impregnarnos con unos sentimientos acordes a cada escena).
En cuestión de fondo (o mensaje, si así se prefiere) no hay mucho que decir pues no pretende moralizar en ningún aspecto, solo mostrarnos la historia de un hombre que parecía condenado al olvido entre las masas pero que gracias a una combinación de azar, valentía, y astucia, convierte su vida (con unos aciertos y errores que le perseguirán durante toda su vida, tanto ascenso como caída) en una historia digna de contar, ya que muestra facciones inherentes al ser humano (que pudiera ser trasladado a cualquier época).
Tres horas de metraje a ritmo casi constante (que si bien no invoca aburrimiento, no es apta para ánimos impacientes) en la que se distinguen a la perfección las pequeñas y grandes historias que componen la vida y muerte del personaje, donde el silencio es tan importante como el ruido, y la charla es tan importante como el inaudible susurro.
GANADOR DE LA PELÍCULA: The filth and the fury
Buenas
ResponderEliminarEnhorabuena Kamarada Danielov. No me canso de leer críticas de una de mis películas favoritas de época. Siempre se descubre algo nuevo cuando la ven otros ojos y te lo cuenta.
Y en cuanto a "Bullit", la demostración que para hacer una buena peli de acción no solo necesitas buenos efectos especiales, necesitas actores. Y como Steve McQueen escasean desgraciadamente
Nos vemos. Un saludo